domingo, 8 de abril de 2012

Depósito de nostalgias

Los amigos de Bibliomula, una iniciativa de divulgación literaria en la web, acaban de estrenarse en formato revista. Una de las secciones de dicho vehículo informativo se denomina "Voyeur de bibliotecas": hace algún tiempo le solicitaron a sus seguidores en Twitter fotos de sus respectivas bibliotecas, junto con un breve comentario. Tuve el honor de ser seleccionado, y a continuación transcribo mi aporte: 






Mi biblioteca, más que almacén de libros, es depósito de nostalgias. En ella consiguen albergue volúmenes que me han acompañado desde la infancia, como la vetusta Enciclopedia Ilustrada "Cumbres", tantas veces ojeada, o las novelas de Salgari; libros que fui adquiriendo en la adolescencia, típicos de esa etapa de búsqueda y descubrimientos – Hesse, Kalil Gibrán, Kafka, sus representantes más ilustres; y los de la etapa adulta, algo más aburridos y serios. Debo confesar que en estos últimos tiempos no ha crecido gran cosa, y el número de libros se mantiene más o menos estático; culpo por ello a la biblioteca de Babel anticipada por Borges. Si embargo allí están esos objetos que de alguna manera ayudaron a definirme, acumulando años y polvo, a la espera de que alguien los retome, o que encuentren su destino final en algún basurero anónimo. Cuando ya no esté yo para defenderlos.

2 comentarios:

  1. La mía también tiene algo de nostalgia, pero periódicamente hago "limpieza". Añoro muchos que tuve de muchacho y mi vieja los terminó desechando por falta de espacio.

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  2. Ese tipo de limpieza va en contra de mi modo de ser, para gran desconsuelo de mi esposa quien ve como se acumula el polvo sobre libros y otros objetos, sin que yo haga algo al respecto. Gracias por comentar.

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