miércoles, 2 de agosto de 2017

¿Por qué la ANC es un golpe de Estado?



Para demostrar esa hipótesis hay que devolverse a finales del año 2015. La oposición gana escandalosamente las elecciones de la Asamblea Nacional para el período 2016-2021, obteniendo 112 de 165 escaños, lo que le da lo considerado como "mayoría calificada", que tiene atribuciones extraordinarias. Ante ese escenario el chavismo, que contaba apenas con mayoría simple en la Asamblea Nacional de ese momento, decide en una jugada ilegal reemplazar las figuras clave dentro del TSJ. Digo de manera ilegal pues no contaban con la mayoría necesaria para ello, y eligieron personas totalmente afiliadas al chavismo, que en muchos de los casos carecían de las exigencias establecidas en las leyes para ocupar dichos cargos. Esta reformulación espuria del TSJ le permitiría posteriormente al chavismo maniatar a la AN, cosa que hizo casi de inmediato: en primer lugar desincorporó a todos los diputados elegidos en el Estado Amazonas, sin que hubiese una razón legal válida para ello (apenas una denuncia no sustanciada de compra de votos, que no fue investigada jamás y tampoco se procedió al reemplazo de dichos diputados). Con eso cortaron la mayoría calificada de la oposición. Posteriormente, cuando la AN decide incorporar a esos diputados, dada la inacción con respecto a su reemplazo, el TSJ la declara en desacato, y asume intempestivamente todas sus funciones. 

Llegamos a 2017, y se produce la rebelión ciudadana gracias precisamente a unas nuevas sentencias del TSJ que terminaban de desligitimar por completo a la Asamblea Nacional. En medio de ese escenario, Nicolás Maduro decide jugar su última carta, y se inventa una Asamblea Nacional Constituyente. Nuestra constitución vigente deja sentado que el poder constituyente reside en el pueblo, sin embargo en uno de sus artículos deja un resquicio para que el presidente pueda proponer la realización de una nueva constitución. Proponer, es decir, le da la prerrogativa de la iniciativa, no de la imposición. Se agarraron de ese vacío legal, interpretando iniciativa como convocatoria, y otra vez el TSJ, concretamente la sala constitucional, avaló esta nueva violación a la constitución. De esta manera el chavismo deroga de facto a una Asamblea Nacional electa por 14 millones de personas, a la que le quedan tres años largos de funcionamiento. La voluntad de una camarilla sobre el mandato del 75% del padrón electoral. 

Y por último otro ingrediente que espesa el caldo del fraude: en la elección de los candidatos a esa ANC espuria incurrieron en una serie de irregularidades tan enorme, que esta mañana el presidente de Smartmatic, la firma encargada del apoyo logístico computarizado a todas las elecciones venezolanas, no tuvo otro remedio que denunciar el abultamiento de los votos obtenidos, en por lo menos un millón. Se rumorea que en realidad no se manifestaron más de 3.5 millones de votantes. Claro que el número es irrelevante, cualquier cifra hubiera permitido avalar el proceso, pero tenían que demostrar de cualquier modo un número mayor al obtenido en el plebiscito realizado por la oposición, que obtuvo 7.5 millones de votantes. Eso los llevó a sacarse una cifra de la manga, pero fueron tan chapuceros que les fue imposible cuadrar el total con los resultados en realidad obtenidos de manera proporcional, por lo engorroso de la votación, y lograron despertar la ira de los propios participantes en el proceso, quienes también están gritando fraude, al ver que los únicos favorecidos han sido las caras visibles y notorias del chavismo. Los demás no fueron más que comparsas. El que lo tenía más claro fue el Máscara, que escogió el mejor apodo posible dadas las circunstancias.