jueves, 5 de abril de 2018

Vermicelli de domingo noche

Entonces montamos una olla con agua suficiente al fuego. Simultáneamente sofreímos unos cuantos ajos, agregamos unos tomates picados en cuatro, en cuatro, sal al gusto, esperamos que los tomates cedan su turgencia al calor del sartén, procesamos todo en la licuadora, regresamos al sartén - que no habremos despegado de la hornilla - el contenido de la licuadora, y esperamos que espese. Malo sería que no hubiera hervido el agua todavía, pero como estamos en estado de gracia eso no va a suceder. Salamos sin tacañería el agua hirviente, que quede así, salobre como un mar ligero del trópico. Seleccionamos unos 250 grs. de vermicelli, y los ponemos a nadar en el mar que fabricamos en la olla, durante unos seis o siete minutos. Al cabo de ese tiempo rescatamos los vermicelli como si fueran náufragos de una catástrofe marítima, los colamos escrupulosamente, los devolvemos a la olla, y le vaciamos encima la salsa, que estaba terminando de cocerse en el fogón. Mezclamos todo a conciencia, y nos sentamos frente a frente, con el cuenco del queso rallado de por medio, a consumar una cena que no por improvisada deja de ser confortante.

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